Algunas parejas ya optan por indicarlo en la invitación: “no se admiten niños”. ¿Es esta la mejor decisión? ¿Hay alternativas al veto total? Abrimos el debate
Se trata de una de las eternas preguntas a la hora de organizar -o asistir- a una boda: ¿niños sí o niños no? Es una cuestión que deben plantearse tanto los novios como los invitados. Entre los primeros, ya hay parejas que indican en la invitación un “no se admiten niños” ; entre los segundos, las opiniones de los padres están divididas sobre la conveniencia -y las condiciones- de acudir con sus hijos. En un debate en el que no hay una sola respuesta correcta, podemos encontrar argumentos tanto a favor como en contra:


A favor
- Los niños son muy animados, dan alegría y vida a la boda
- Hay muchos padres que no quieren separarse de sus hijos y prefieren que los acompañen a la boda antes que dejarlos en casa
- Poder disfrutar de momentos especiales y bonitos y compartirlos con tus seres queridos, incluidos tus hijos
- Los niños son el resultado de una celebración del amor, y por eso deberían tener también su sitio en otro festejo como son las bodas
En contra
- Los padres deben estar pendientes de sus hijos y, por tanto, disfrutan y se relajan menos
- Los horarios de los niños no son los mismos que los de los adultos, por lo que (especialmente en las bodas de noche) es mejor respetarlos y dejar que descansen
- Sobre todo las personas sin hijos suelen preferir planes ‘only adults’ y es posible que los propios novios quieran una fiesta de este tipo
- Hay que mantenerlos entretenidos durante toda la boda para que no se aburran, lo cual puede resultar complicado
- Si los padres no están pendientes de ellos, es posible que alboroten, griten… (Todos recordamos el gesto de silencio de Kate Middleton hacia los niños al entrar en la boda de su hermana Pippa)


La conclusión que sacamos es que los argumentos tanto a favor como en contra tienen igual validez, pero siempre puede encontrarse un término medio que evite el veto absoluto de los más pequeños. Una buena opción para tener a ambas partes contentas puede ser ofrecer actividades especiales para los niños, con personas dedicadas a cuidar de ellos y entretenerlos (por ejemplo organizando juegos, talleres, cuentacuentos …). Asimismo, es buena idea -especialmente para las bodas que terminan tarde- ofrecer algún lugar apropiado para que los niños puedan retirarse a descansar mientras los padres continúan la velada.
Desde luego, también hay que tener en cuenta otros factores, como dónde se celebra la boda -en la ciudad o en el campo-, o el tamaño de la misma -si es un evento íntimo o multitudinario- a la hora de decidir si los niños estarán incluidos. Lo que está claro es que, en última instancia, son los novios (y los padres) los que tienen la última palabra.